La esfera luminosa se poso sobre el arco de la entrada de la casa, el pánico paralizaba mi mente, sencillamente era inexplicable, bajo ellos seres informes me miraban desde su rostro sin son ojos, pero que taladraban mis sentidos.
La Matilde, serrana y bragada agarro un canto del río y lo lanzó contra los pequeños seres imberbes. De momento quedó inanimada, como de cera, piel pálida y sin expresión en el rostro, veo la luz repetía mientras su sombra se separaba del cuerpo.
La pareja de la guardia civil se hincó de rodillas e imploraban a la virgen santísima que intercediera por el orden natural de las cosas, pero el caso es que la situación no mejoraba y tornaba a holocausto.
La casa del tío Nicolás ardía sin remedio, iker y J.J que se habían personado en la zona apenas dos días antes, armados con magnetofón, cintas de audio y moleskine y bic en mano, no daban crédito a los acontecimientos, de hecho, solo acertaban a darse por culo uno a otro a grito pelado de hasta la bola, hasta que despegue la nave del misterio!.
Sobrepasado por los acontecimientos, le pedí a Mario que se encendiera un petardo, acontecimiento que recibió con gran eficiencia. María Fernández intentó por tercera vez razonar con las alienígenas, y por tercera vez recibió vómitos multicromáticos como respuesta.
-esto es el fin tío, lo vi en una peli del vengador tóxico, sentenció miguel desde su cátedra en fenómenos inexplicables, mientras máxi repartía ungüentos de cereza para los maléficos nocturnos a la par que a base rítmica de peos y eructos marcaba el tempo de los acontecimientos.
Iker había conseguido despegar la nave del misterio y mientras J.J se limpiaba el apéndice se precipitaron los hechos.
El señor cura arrojó la sotana sobre los seres, estos, sin responder a la osada maniobra, marcaron el principio del fin de su deleznable existencia, Crispín Gordo le lanzó la bici desmontable china que le había regalado su padre por el reciente nacimiento de su hijo Pedro, el tercero de una prole precoz, reventando los cuerpos informes del par de criaturas, la benemérita, cargándose en dios, y arrojada por el fervor de los acontecimientos, lanzan andanadas de ostias a los restos de los seres, reduciendo a meros charcos sanguilonentos ambas vidas celestiales.
Cualquier noche maldita, Carmen Porter nos desvelará con esta misma historia...
sábado, junio 07, 2008
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